La luz omitida concede al lugar un vuelco especial profundamente solitario. La oscuridad llega y es consuelo el tributo de su mudez fundida por confusos matices atravesada por innegables aromas que empujan la corriente. Huelo la racha de mi memoria y más aún la de los ausentes.
Procacidad, así eres, y así está bien. Todo lo bello, atascado de misterio. Y aunque después me sueñe, tu breña de maravilla y rebeldía tan creída al mar que nos roba, deja naciendo siempre la soberana dádiva contradictoria al hastío.